En ¿Es George Bush o Jorge Arbusto? hablamos de que los nombres propios no se traducen, de que ni Tom Cruise es Tomás Crucero ni Miguel Ríos es Mike Rivers. Pero también advertimos: ¡Cuidao!, eso vale para los nombre de personas, no para los nombres de ciudades. Los antropónimos tienen unas reglas y los topónimos otras.
Los topónimos son los nombres de las ciudades del mundo (mundial), y esos sí se traducen. Todos (o casi). A todas las lenguas (o casi).
Por ejemplo, New Orleans es Nueva Orleans en español y La Nouvelle-Orléans en francés; en alemán, Tenerife es Teneriffa y Aragón es Aragonien; Cataluña es Catalunya para los catalanes y Catalonia para los ingleses, y Madrid es Madriz en madrileño y Madrit en catalán.
Eso sí, no hay una norma clara para su adaptación:
- Literal: en especial los nombres compuestos con referentes claros: Costa de Marfil de Cote D´Ivore, Ciudad del Cabo de Cape Town, la Selva Negra de Schwarzwald o Montenegro de Црна Гора.
- Hispanización: Milán en vez Milano, Marsella en vez de Marseille o Estambul en vez de Istambul.
- A tu bola: Finlandia en lugar de Suomi o India en lugar de Bhārat.
- Si bien para la adaptación de los topónimos de los países con caligrafía difícil (árabe, mandarín, cirílica, griega, japonesa, etc.) suele bastar con su transcripción fonética, no siempre es así: Beijing es la trascripción fonética de 北京, pero nosotros decimos (o decíamos) Pekín.
También hay casos en los que, por creernos muy listos, tradujimos mal por verlo demasiado claro:
- La ciudad de Brugge viene de una palabra neerlandesa que en castellano significa «puentes»; sin embargo, en España dicha ciudad quedó bautizada como Brujas.
- Cuando traducimos del francés al español, vemos que La Manche significa «brazo de mar» y que nuestro canal de La Mancha no tiene nada que ver ni con don Quijote ni con Pepe Bono.
Obviamente, si, por motivos políticos, un país o una ciudad cambian de nombre, el español hace la adaptación correspondiente: Sri Lanka pasó a ser Ceilán y Leningrado ahora se dice San Petersburgo.
Y ya que se traducen, se traducen completamente. Lo cual implica a las tildes: América, África o Berlín, pero también Mánchester, Fráncfort o Shanghái.
Claro que hay muchas ciudades en el mundo y el español no las ha traducido todas. En ocasiones, las más nuevas (para nosotros) o las menos usadas no se han adaptado y simplemente se ha asumido el endónimo:
- Si el idioma posee un alfabeto latino, pero tiene rasgos que no se aplican de la misma forma que en castellano, se respeta su forma vernácula: São Paulo, Düsseldorf, Jämtland.
- Si el alfabeto es raro, pero no mucho, como el sueco, el polaco, el checo o el turco, sí se respeta la acentuación original: Øresund, Gdańsk, Gülşehir, aunque en documentos no oficiales se puedan simplificar como Oresund, Gdansk o Gülsehir.
Otra cosa es que aquí cada uno puede pronunciar o escribir como le dé la gana y en el idioma que le salga de las narices, que para eso estamos en un país libre y lo importante es entenderse. Por tanto, un andaluz puede decir Girona o Gerona, La Coruña o A Coruña, Londres o London, Moscú o Moskvá, Los Ángeles, Ele A o El Ei.
Solo una pequeña apreciación: Selva Negra es Schwarzwald, que si no es “país negro” 😉
Muchas gracias, Vero! Ya está editado.